miércoles, 7 de abril de 2010

¿Hasta qué punto ser educado?

En mi corta carrera de periodista más de una vez me he topado con situaciones en las que la fuente me invita "algo" como gesto de agradecimiento de haberla entrevistado. En este momento no recuerdo cada una de estas invitaciones pero quiero resaltar una. Fui a Chongón con un grupo de comuneros que denunciaban irregularidades en el proyecto de construcción del futuro aeropuerto. Luego de la entrevista insistieron en invitarnos a comer. Yo estaba con dos personas, un amigo que no es periodista pero también realizaba investigaciones en la zona y una pasante. Mi amigo, que era quien contactó a las personas, aceptó el almuerzo entonces tuvimos que ir. ¡Hasta Zapotal! Fueron como veinte minutos solo de ida, pero eso fue un alivio, un día diferente que se sale de la rutina y me recuerda que una de las cosas por las que amo esta profesión es eso, no tener que estar atada a un escritorio. Cuando llegamos al sitio ninguna de las opciones me gustaba; realmente no recuerdo todas pero elegí -según yo- la menos peor. De tomar había un jugo oscuro que ni me atreví a preguntar el sabor pero cuando me preguntaron qué quería beber no dudé y pedí una cerveza. Sí, encima de que era invitación tuve la osadía de ser conchuda y pedir algo diferente de lo que me había ofrecido. Es que yo no podía saborear ese seco de pato tenía que pasarlo con "algo" y la cerveza fue la solución. No daré largas de la experiencia, no hay mucho que contar...las conversaciones fueron entretenidas y en el almuerzo bastante folclor y modales distintos a los míos de por medio. Tal vez suene mañosa al decir que no me gusta el seco de pato, pero ya está, no me gusta y punto. Para poder imaginarse lo que sentí, piensen en un plato que jamás han probado y tampoco les provoca probar.
Siempre he sido educada, respeto las diferencias culturales y cuando me ofrecen algo y hay un fondo sincero detrás y si me niego puede haber ofensa, acepto. Pero desde el seco de pato lo pienso dos veces, y ahora me pregunto (dependiendo de la situación) ¿hasta qué punto debo ser educada?

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