Anécdotas, vivencias, pensamientos, ideas, opiniones, locuras, reflexiones, conclusiones y demás (inpublicables en medios oficiales) de una periodista
miércoles, 7 de abril de 2010
El centro y algunos pormenores
Creí que el blog solo me serviría para estas anécdotas periodísticas pero he resuelto que también quiero vertir aquí pensamientos e ideas que tal vez no surjan de mí por la profesión sino por las demás características que me construyen. En tal caso de lo que me provoca hablar ahora es de la riqueza del centro de la ciudad, de todas formas se relaciona con su gente, con las personas que hacen posible que yo piense de esa manera. Desde hace dos años trabajo en el centro de Guayaquil y debo confesar que me encanta esta zona de la ciudad. Cada esquina tiene "algo" que decir, cada persona cuenta con una historia que de seguro debe ser mucho más interesante que las vidas de las personas cercanas a mí. Empiezo a caminar y me topo con decenas de personas que van caminando en dirección contraria a mí, lo primero que noto es la diversidad de razas, tamaños, colores de pelo, facciones...en fin los aspectos físicos son taan diferentes los unos de los otros que realmente ese tema se vuelve entretenido e interesante para mí...a veces cuando veo a alguien pienso ¿lo habré visto alguna vez antes? y enseguida empiezo a cuestionarme qué factores son los que influyen para que yo recuerde una persona que solo he visto una vez. Es extraño, hay veces que ni siquiera necesito entablar una conversación; la mirada o algo en su aspecto o quizás algo en su vestimenta me llama tanto la atención que inmediatamente se registra en mi memoria...no sé porqué extraña razón, aún no lo descifro. Continúo mi recorrido fijandome en las caras de quienes se me cruzan y creo que puedo descifrar ciertos aspectos de su personalidad o de su vida por su mirada, su forma de caminar o simplemente deducciones (muy probable que sean erradas) mías. Generalmente estas personas no miran alfrente o si miran, no miran a los ojos a las personas que se les cruzan; al menos la mayoría. Lo he comprobado porque muchas veces hago este ejercicio para ver quién me devuelve la mirada y también a veces, cuando lo hacen, yo les regalo una sonrisa. La sonrisa dependerá del sexo de la persona, lastimosamente el centro de la ciudad es un nido de hombres que se estancaron en la era de piedra y no pueden cerrar la boca y guardarse sus comentarios sobre el aspecto de una mujer...pero ese tema lo dejaré para otra entrada. Entonces la sonrisa, cuando me la devuelven me siento bien porque de alguna manera me alegra. Pero tropiezo, y lo que me la quita es la mendicidad que también es muy común en esta zona. Personas mayores de edad, enfermas o niños...se ve de todo pero cualquiera de ellos "me toca" de alguna forma. He aprendido a no engancharme con su sufrimiento; cuando puedo darles algo que no sea dinero lo hago, como un pan o cualquier alimento que tengo a la mano. Pero sé que lastimosamente no puedo hacer nada más, que no está en mis manos que estas personas dejen de vivir en esas condiciones, me encantaría que fuera así pero no lo es. Antes estas reflexiones eran motivos de depresiones pero llegué a comprender que todo tiene su límite y no lo puedo abarcar todo. En este caso, como periodista, intento que mediante mi trabajo se visibilicen estas realidades y de alguna u otra manera repercuta en la sociedad, que la gente tome conciencia o que el funcionario actúe de alguna manera. Comencé con el centro y me salté a esto pero...ya fue. Un desahogo más.
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