Pido disculpas porque existen varias entradas en este blog que no responden a lo que el banner superior reza. Sí, soy periodista y sí, este es un espacio para escribir varios de mis desahogos impublicables en medios pero también hay momentos que encuentro textos no relacionados al periodismo que considero rescatables de "colgar". Creo que soy como una esponja, que absorbe todo, a veces demasiado. Creo que eso es un defecto porque repercute en mi estado anímico pero eso es tema aparte.
Solo quería escribir esta breve entrada como justificación a algunos contenidos que parecen demasiado aislados al oficio per se, como el de "Las tres rejas"pero ya pensándolo más a fondo me doy cuenta que sí se relaciona con lo que hago, ese sabio texto que habla sobre lo cuidadosos que debemos de ser al momento de hablar, de reproducir lo que oímos sin estar seguros de su veracidad...estoy divagando, de nuevo.
En fin, el objetivo de la entrada (repito por enésima vez) es comunicar que no solo encontrarán mis pensamientos sobre el oficio sino sobre la cotidianeidad, la espiritualidad, y otros aspectos de la vida.
Anécdotas, vivencias, pensamientos, ideas, opiniones, locuras, reflexiones, conclusiones y demás (inpublicables en medios oficiales) de una periodista
martes, 27 de abril de 2010
lunes, 26 de abril de 2010
Las tres rejas
El joven discípulo de un sabio llega a casa de éste y le dice: - Oye, maestro, un amigo tuyo estuvo hablando de ti con malevolencia... -¡Espera! -lo interrumpe el filósofo-.¿Ya hiciste pasar por las tres rejas lo que vas a contarme? -¿Las tres rejas?
-Sí. La primera es la verdad. ¿Estás seguro de que lo que quieres decirme es absolutamente cierto?
-No. Lo oí comentar a unos vecinos.
-Al menos lo habrás hecho pasar por la segunda reja, que es la bondad. ¿Esto que deseas decirme es bueno para alguien?
-No, en realidad no. Al contrario...
-¡Ah, vaya! La última reja es la necesidad. ¿Es necesario hacerme saber eso que tanto te inquieta?
-A decir verdad, no.
-Entonces -dijo el sabio sonriendo-, si no es verdadero, ni bueno ni necesario, sepultémoslo en el olvido.
-Sí. La primera es la verdad. ¿Estás seguro de que lo que quieres decirme es absolutamente cierto?
-No. Lo oí comentar a unos vecinos.
-Al menos lo habrás hecho pasar por la segunda reja, que es la bondad. ¿Esto que deseas decirme es bueno para alguien?
-No, en realidad no. Al contrario...
-¡Ah, vaya! La última reja es la necesidad. ¿Es necesario hacerme saber eso que tanto te inquieta?
-A decir verdad, no.
-Entonces -dijo el sabio sonriendo-, si no es verdadero, ni bueno ni necesario, sepultémoslo en el olvido.
jueves, 22 de abril de 2010
Fuerzas en tensión
Un medio de comunicación también es una empresa. La primera vez que "caí en cuenta" de ese hecho quise negarlo, después olvidarlo y lo que es más utópico (pero siempre hay espacio para eso) cambiarlo. Creo que este "fact" es indudable pero también creo que hay maneras de que se ablande y no sea como una sentencia o regla permanente. Intentaré explicar mi punto de vista con este ejemplo.
En un medio siempre habrá dos departamentos: la administración y la redacción. Cada uno de estos tiene la obligación y/o vocación de velar por sus intereses. Es por eso que digo que son fuerzas en tensión. Mientras que los periodistas estamos luchando por la información, porque se publiquen noticias relevantes, de buena calidad y que se les de un espacio prudente, necesario y justo; los publicistas, marketeros, ingenieros, economistas y demás profesionales que se los podría englobar en el área administrativa tienen como misión vender, ganar dinero, aumentar ingresos, etc.
Hasta este punto no hay ningún problema. Considero que es sano y necesario que hayan estos conflictos entre lo administrativo y lo periodístico. Me encanta saber que los periodistas luchen por sus ideales, que defiendan lo que creen y por lo que trabajan: por y para la gente no por y para los clientes, las marcas, las demás empresas que pautan en los medios. Cuando existe un ambiente así, podría definirlo como "sano" a pesar de que las peleas con el área administrativa parezcan obstáculos que bloqueen un desarrollo adecuado.
EL PROBLEMA es cuando personas dentro del área de redacción están alienadas a lo administrativo y no disciernen entre lo uno y lo otro. Deciden el contenido de acuerdo a los intereses económicos. Ahí sí el medio de comunicación es netamente una empresa (como lo afirmé al inicio), no me atrevo a decir que es una empresa de comunicación porque si ésta está tan manipulada, ya ni siquiera debería de tener esa denominación.
Reflexiono sobre esto, caigo en esta pseudo-crisis porque me frustra ver a estos periodistas que no defienden su oficio. Quiero saber en qué momento les dejó de importar su profesión y lo que hacen (o si en algún momento les importó). Se supone que el periodismo es una de las carreras que uno elige porque hace feliz, apasiona, no porque da plata...todos los periodistas sabemos que en Ecuador somos mal pagados (algunos no tanto), que este oficio no es remunerado como debería.
Entonces, no entiendo porqué un periodista está en esta profesión si no le gusta lo que hace. No entiendo porqué un periodista defiende los intereses económicos y se enfoca en vender vender vender mientras que eso es responsabilidad de otros. La responsabilidad del periodista es producir trabajos de calidad y esa es su manera de vender, su enganche...no fijarse en detalles que le competen al área administrativa.
Ingenua o no, quisiera saber cómo es ese proceso en que un periodista se convierte en un empresario o más claro, ¿cuándo a un periodista le importa más hacer plata que ejercer su oficio?
En un medio siempre habrá dos departamentos: la administración y la redacción. Cada uno de estos tiene la obligación y/o vocación de velar por sus intereses. Es por eso que digo que son fuerzas en tensión. Mientras que los periodistas estamos luchando por la información, porque se publiquen noticias relevantes, de buena calidad y que se les de un espacio prudente, necesario y justo; los publicistas, marketeros, ingenieros, economistas y demás profesionales que se los podría englobar en el área administrativa tienen como misión vender, ganar dinero, aumentar ingresos, etc.
Hasta este punto no hay ningún problema. Considero que es sano y necesario que hayan estos conflictos entre lo administrativo y lo periodístico. Me encanta saber que los periodistas luchen por sus ideales, que defiendan lo que creen y por lo que trabajan: por y para la gente no por y para los clientes, las marcas, las demás empresas que pautan en los medios. Cuando existe un ambiente así, podría definirlo como "sano" a pesar de que las peleas con el área administrativa parezcan obstáculos que bloqueen un desarrollo adecuado.
EL PROBLEMA es cuando personas dentro del área de redacción están alienadas a lo administrativo y no disciernen entre lo uno y lo otro. Deciden el contenido de acuerdo a los intereses económicos. Ahí sí el medio de comunicación es netamente una empresa (como lo afirmé al inicio), no me atrevo a decir que es una empresa de comunicación porque si ésta está tan manipulada, ya ni siquiera debería de tener esa denominación.
Reflexiono sobre esto, caigo en esta pseudo-crisis porque me frustra ver a estos periodistas que no defienden su oficio. Quiero saber en qué momento les dejó de importar su profesión y lo que hacen (o si en algún momento les importó). Se supone que el periodismo es una de las carreras que uno elige porque hace feliz, apasiona, no porque da plata...todos los periodistas sabemos que en Ecuador somos mal pagados (algunos no tanto), que este oficio no es remunerado como debería.
Entonces, no entiendo porqué un periodista está en esta profesión si no le gusta lo que hace. No entiendo porqué un periodista defiende los intereses económicos y se enfoca en vender vender vender mientras que eso es responsabilidad de otros. La responsabilidad del periodista es producir trabajos de calidad y esa es su manera de vender, su enganche...no fijarse en detalles que le competen al área administrativa.
Ingenua o no, quisiera saber cómo es ese proceso en que un periodista se convierte en un empresario o más claro, ¿cuándo a un periodista le importa más hacer plata que ejercer su oficio?
martes, 20 de abril de 2010
Espacio
La independencia es una palabra que siempre me ha llamado la atención, no sé si comenzó siendo impuesta por mayores que me describían como una persona así, desde más chiquita. Desde mi primer día en Kinder que en vez de llorar como los demás niños, me di la vuelta, sonreí a mi mami y moví mi mano despidiéndome. Así soy yo. Independiente. O al menos así creo que soy. Pero no soy egoísta, no porque diga que me gusta hacer las cosas por mi cuenta es porque no quiero compartirlas. Solo que no puedo evitar disfrutar de mi soledad. Nunca me voy a olvidar en una clase de colegio, creo que era Economía, la primera clase, que quisieron darnos clases sobre la sociedad y cómo funciona. Conceptos como el individuo y tal; la conclusión era que el ser humano no puede vivir sin convivencia. Recuerdo que a mi mente saltó que sí podía, que era posible estar solo y vivir solo así sin NADIE en el planeta. Ahí la profesora me vio raro porque me debe haber creído narcisista o qué sé yo. Tal vez si exagero al decir que podría vivir sola, de hecho con el pasar de el tiempo me he dado cuenta que disfruto muchísimo la compañía de otros y es una sensación agradable, indescriptible, muy profunda. Cuando realmente me gusta estar con alguien es algo que siento muy adentro, no es como una costumbre o algo obligado, sino todo lo contrario.
A pesar de disfrutar de la compañía, como todo ser social "relativamente normal" también disfruto muchísimo de mi soledad. Me gusta ver mi mente y analizarla, sin preocuparme mucho, sin complicarme solo contemplarla a veces incluso sin analizarla. Es complicado, pero ese ejercicio intento lograrlo mediante la meditación. Cuando estoy sola siento que vivo mi espacio, mi tiempo. Ojo que nuevamente no quiero sonar egoísta, solo soy yo. Y ese yo? Uff si me pongo a hablar del yo tal vez nunca acabe. Con lo poco que sé sobre filosofía budista, sé que el yo es vacuo y que al final no hay nada solo la esencia, y quizás ni eso. Hasta que logre encontrar esa inmensidad y me encuentre en el samsara creo que una forma de despegarme un poco de ese círculo vicioso es buscando momentos para siempre tener mi espacio.
A pesar de disfrutar de la compañía, como todo ser social "relativamente normal" también disfruto muchísimo de mi soledad. Me gusta ver mi mente y analizarla, sin preocuparme mucho, sin complicarme solo contemplarla a veces incluso sin analizarla. Es complicado, pero ese ejercicio intento lograrlo mediante la meditación. Cuando estoy sola siento que vivo mi espacio, mi tiempo. Ojo que nuevamente no quiero sonar egoísta, solo soy yo. Y ese yo? Uff si me pongo a hablar del yo tal vez nunca acabe. Con lo poco que sé sobre filosofía budista, sé que el yo es vacuo y que al final no hay nada solo la esencia, y quizás ni eso. Hasta que logre encontrar esa inmensidad y me encuentre en el samsara creo que una forma de despegarme un poco de ese círculo vicioso es buscando momentos para siempre tener mi espacio.
Catarsis
La palabra que describe mi estado anímico/físico/mental/sentimental y cualquier otro aspecto que afecte directamente a mi vida conciente y subconciente. Ojo que digo sub porque el otro día soñé algo tan fuerte, y en la interpretación del sueño decía que tenía que ver con un "estado de fuerte pesimismo". Y sí, tal vez me encuentre así, pero no es un pesimismo perenne sino uno temporal que se está yendo, se aleja cada vez más, no se quiere quedar porque yo no le doy espacio, se va resentido pero empujado por algo más fuerte, un sentimiento enorme llamado CAMBIO. De repente esta palabra no se queda quieta sino que se reproduce y me pide formar una familia de "cambios" en mí, y yo acepto, con gusto. La verdad estoy cansada de lo convencional, lo preestablecido, lo que siempre he creído...hace un par de años que ya no mantenga las mismas opiniones que hace cuatro años. Todo ha sido en cuestión de 2 o 3...quién sabe con exactitud, solo sé que se siente bien. Sólo sé que "la gota que derramó el vaso" (aunque suene demasiado cliché) fue en marzo. Ocurrió junto con eventos tristes, fuertes, que demandaron demasiada introspección de mi parte. Una muerte, de una persona muy querida, abrió mis ojos a un pasado que había querido nublar con la cotidianeidad o qué sé yo con qué pero fueron días que casi no estaban registrados en mi memoria. Obviamente por no querer sufrir, no querer ver situaciones que eran dolorosas en ese entonces pero que ahora regreso a observarlas con más frialdad. Tal vez la palabra frialdad no sea la adecuada porque pareciera que fui insensible, inmadura o un montón de cosas. En fin, me fui por la tangente, como siempre. Quería hablar de mis cambios emocionales y los demás aspectos. Siento que las cosas "que me llenaban" ya no lo hacen como antes. Desde las compañías tradicionales que disfrutaba hasta mis intereses de saberes, también la percepción frente a las demás personas...claro nunca juzgando siempre intentando que estos cambios sean producto de una reflexividad que me permite esclarecer todo.
Siento que no debo esconderme más y debo mostrarme tal como soy, no sé cómo soy pero intento mostrarlo a los demás, sin poses. Aunque creo que casi no he tenido poses, o al menos eso aspiro/espero. A veces pienso que escribo para sentirme bien conmigo misma y eso me hace sentir egoísta, la verdad prefiero pensar que escribo porque es una manera de expulsar todo lo que tengo en mi interior y que verbalizarlo no es suficiente o que no encuentro un receptor adecuado. Aquí no tengo receptor alguno y si es que existe tal vez no es que le interese precisamente lo que me pasa.
Esto comenzó siendo mi espacio para colgar ideas únicamente periodísticas pero lastimosamente no solo soy periodista, soy una persona que tiene su cabeza llena de ideas y pensamientos que son muy variados y que quisiera descansarla un poco, esa mente. Por eso intento meditar, por eso intento calmarla, a veces tengo más suerte que otra, sé que debería ser constante, lo intento...lo soy..no no lo soy porque si lo fuera no tuviera que decir a veces.
En fin....solo quiero decir que esta etapa de cambios es para bien, para "limpiar" todo lo que está dentro de mi que necesita ser renovado, una nueva actitud, no es que la de antes sea mala, solo quiero que esta sea mejor. Nada más.
Siento que no debo esconderme más y debo mostrarme tal como soy, no sé cómo soy pero intento mostrarlo a los demás, sin poses. Aunque creo que casi no he tenido poses, o al menos eso aspiro/espero. A veces pienso que escribo para sentirme bien conmigo misma y eso me hace sentir egoísta, la verdad prefiero pensar que escribo porque es una manera de expulsar todo lo que tengo en mi interior y que verbalizarlo no es suficiente o que no encuentro un receptor adecuado. Aquí no tengo receptor alguno y si es que existe tal vez no es que le interese precisamente lo que me pasa.
Esto comenzó siendo mi espacio para colgar ideas únicamente periodísticas pero lastimosamente no solo soy periodista, soy una persona que tiene su cabeza llena de ideas y pensamientos que son muy variados y que quisiera descansarla un poco, esa mente. Por eso intento meditar, por eso intento calmarla, a veces tengo más suerte que otra, sé que debería ser constante, lo intento...lo soy..no no lo soy porque si lo fuera no tuviera que decir a veces.
En fin....solo quiero decir que esta etapa de cambios es para bien, para "limpiar" todo lo que está dentro de mi que necesita ser renovado, una nueva actitud, no es que la de antes sea mala, solo quiero que esta sea mejor. Nada más.
lunes, 12 de abril de 2010
No se pueden quedar callados
Disfruto muchísimo trabajar en el centro de Guayaquil, de hecho creo que no hay (casi) nada que me disguste de esta zona. Me encanta caminar y encontrar en cada esquina un personaje o una historia diferente que contar. Los vendedores ambulantes de cada artículo -desde el "colero" hasta aquel que compra por temporada y siempre rota su mercancía- que tienen su propia tonalidad y ritmo de voz, ese grito que se vuelve tan característico y se convierte en un identificador del personaje.
Solo existe una incomodidad con la que debo lidiar siempre en el centro y creo que no podré librarme nunca ya que la única solución sería siendo hombre (y eso no va a pasar, al menos no durante esta vida).
La situación es la siguiente: no termino de salir de mi oficina y ya me topo con algún peatón (que es lo normal, no estoy pidiendo vivir en una ciudad deshabitada) que muchas veces, es hombre. Si es mujer no importa, pero si es hombre ahí se encuentra el obstáculo. No entiendo qué problema tienen el 90% de las personas de sexo masculino que caminan por el centro que no pueden cerrar la boca y guardarse sus comentarios. Estos van desde silbidos, piropos que pretenden ser románticos, pasan por las frases o refranes chistosos y llegan hasta insultos o comentarios groseros. Es horrible e incómodo; me hacen sentir débil e indefensa. Por dentro quiero explotar y gritarle que respeten, que se callen y cuando estoy con poca paciencia ¡qué ganas de pegarles un puñete! pero no puedo, debo controlarme, no porque "soy una dama" ni cualquier excusa idiota impuesta por la sociedad, sino porque sé que mi mente es muy frágil y fácil de manipular y de cambiar. Sé que minutos después de recibir aquel comentario, me voy a reír de él o lo que sea; de alguna u otra forma ese momento pasará...por eso lo dejo ir.
Lo dejo ir por ese momento, pero lastimosamente se repite, una y otra vez. Recuerdo hace unos meses que salía de la oficina me propuse contabilizar el número de machos (voy a usar esta palabra para que entiendan lo cargada de machismo que está esta actitud de los hombres) que decía algo cuando me cruzaba con él. No había caminado ni tres cuadras y ya llevaba cinco ¿mucho o poco? qué me importa! Lo único que sé es que me di por vencida y decidí que contarlos me iba a amargar más y no quería ese efecto en mí!
No hay ningún objetivo "utilitario" al escribir esta entrada. Solo es un desahogo y tal vez un sentimiento de buscar similares, mujeres que se identifiquen con esto y que si son más ingeniosas que yo, me ayuden con alguna solución que no sea ignorarlos ni insultarlos ni pegarles...no sé qué podría hacer, tal vez como escribi al comienzo, lo más sano es disolver el pensamiento aunque en realidad lo más sano sería que CIERREN LA BOCA.
Solo existe una incomodidad con la que debo lidiar siempre en el centro y creo que no podré librarme nunca ya que la única solución sería siendo hombre (y eso no va a pasar, al menos no durante esta vida).
La situación es la siguiente: no termino de salir de mi oficina y ya me topo con algún peatón (que es lo normal, no estoy pidiendo vivir en una ciudad deshabitada) que muchas veces, es hombre. Si es mujer no importa, pero si es hombre ahí se encuentra el obstáculo. No entiendo qué problema tienen el 90% de las personas de sexo masculino que caminan por el centro que no pueden cerrar la boca y guardarse sus comentarios. Estos van desde silbidos, piropos que pretenden ser románticos, pasan por las frases o refranes chistosos y llegan hasta insultos o comentarios groseros. Es horrible e incómodo; me hacen sentir débil e indefensa. Por dentro quiero explotar y gritarle que respeten, que se callen y cuando estoy con poca paciencia ¡qué ganas de pegarles un puñete! pero no puedo, debo controlarme, no porque "soy una dama" ni cualquier excusa idiota impuesta por la sociedad, sino porque sé que mi mente es muy frágil y fácil de manipular y de cambiar. Sé que minutos después de recibir aquel comentario, me voy a reír de él o lo que sea; de alguna u otra forma ese momento pasará...por eso lo dejo ir.
Lo dejo ir por ese momento, pero lastimosamente se repite, una y otra vez. Recuerdo hace unos meses que salía de la oficina me propuse contabilizar el número de machos (voy a usar esta palabra para que entiendan lo cargada de machismo que está esta actitud de los hombres) que decía algo cuando me cruzaba con él. No había caminado ni tres cuadras y ya llevaba cinco ¿mucho o poco? qué me importa! Lo único que sé es que me di por vencida y decidí que contarlos me iba a amargar más y no quería ese efecto en mí!
No hay ningún objetivo "utilitario" al escribir esta entrada. Solo es un desahogo y tal vez un sentimiento de buscar similares, mujeres que se identifiquen con esto y que si son más ingeniosas que yo, me ayuden con alguna solución que no sea ignorarlos ni insultarlos ni pegarles...no sé qué podría hacer, tal vez como escribi al comienzo, lo más sano es disolver el pensamiento aunque en realidad lo más sano sería que CIERREN LA BOCA.
About love (Sobre el amor)
Esta entrada talvez no mantenga relación con el resto de textos que he publicado, pero siento que es necesario ponerla. Resume lo que pienso sobre el amor, el amor verdadero, en el que creo...no ese amor que se disfraza de relaciones personales, sino el más profundo. El texto está en inglés, en otro momento lo traduzco para compartirlo con más personas. Más abajo está el nombre de quien escribió esta belleza, para los interesados, pueden hacer click. Enjoy.
<3Love
In our life as a human, there is one important thing that we need to do – to fall in love. No matter what kind of person you are or what kind of religion you believe in; we all have only one goal. For sure, we each want to become a happy person.
Falling in love is the only way to make yourself happy. Therefore, if you ask me what is the purpose of life, or you ask me why do we do so many things in our lives? My answer is that we do these things to be in love. When you achieve this, then that is it. There is nothing else that you need to do. This is the meaning of life. This is when life makes sense.
The good thing is that from the moment you are born you already have the right to fall in love. You don't need to buy this. You don't need to ask anyone’s permission to love, because you are love. Somehow, it is also very simple, because you don't need to study in order to fall in love with somebody. This is because you are love.
Love is life. As long as you have love, life makes sense to you in every moment. You will never find this sense in life outside of yourself, because you are what makes sense in life. And love is the only way to feel yourself. Love is the only way to see yourself. So, when you have love, you have all. When you lose love, you lose everything. Because of this, we all need to practice our innate love. That is why we are so special, because we are love.
In conclusion, my message to you is: There is one important thing that we need to do in our life and that is to love. That is it. No more.
Tulku Lobsang
<3Love
In our life as a human, there is one important thing that we need to do – to fall in love. No matter what kind of person you are or what kind of religion you believe in; we all have only one goal. For sure, we each want to become a happy person.
Falling in love is the only way to make yourself happy. Therefore, if you ask me what is the purpose of life, or you ask me why do we do so many things in our lives? My answer is that we do these things to be in love. When you achieve this, then that is it. There is nothing else that you need to do. This is the meaning of life. This is when life makes sense.
The good thing is that from the moment you are born you already have the right to fall in love. You don't need to buy this. You don't need to ask anyone’s permission to love, because you are love. Somehow, it is also very simple, because you don't need to study in order to fall in love with somebody. This is because you are love.
Love is life. As long as you have love, life makes sense to you in every moment. You will never find this sense in life outside of yourself, because you are what makes sense in life. And love is the only way to feel yourself. Love is the only way to see yourself. So, when you have love, you have all. When you lose love, you lose everything. Because of this, we all need to practice our innate love. That is why we are so special, because we are love.
In conclusion, my message to you is: There is one important thing that we need to do in our life and that is to love. That is it. No more.
Tulku Lobsang
viernes, 9 de abril de 2010
Los "regalitos"
No me especializo en periodismo económico pero me ha tocado, en un par de ocasiones, escribir sobre estos temas donde el dinero y los negocios predominan. No me gusta hacerlo porque me parece que carece de calor humano, de contacto con las personas. Es todo tan formal tan estructurado tan predeterminado.
Pero quizás lo que me desagrada realmente de esta especialidad son los matrimonios que se producen entre los periodistas y las marcas. Es triste pero cierto. Para los periodistas esto no es ningún tabú de hecho quienes se sienten identificados tal vez se sientan un poco avergonzados de la situación. Que importa quien lea, el asunto es que se sepa...para los periodistas intento que hagan una reflexión sobre este asunto.
Somos periodistas no publicistas con el objetivo de complacer a nuestros clientes y nuestras marcas. No debemos aceptar obsequios de cualquier tipo porque en esta cultura occidental capitalista un poco egoísta, pocas son las personas que entregan algo sin recibir a cambio una respuesta positiva (en este caso se manifiesta con una publicación). Entonces si usted, periodista, recibe un "regalito" no crea que es desinteresado, sino que es un pedido tácito de querer recibir algo de vuelta.
No creo que las marcas dejen de enviar estos "regalitos" eso sería una utopía...pero sí creo que los periodistas deberían identificar cuando estas situaciones se les presentan. ¿cómo actuar? creo que la ética de cada periodista es la que decidirá...la ética..otro tema muuy largo para abordarlo en esta entrada, pero necesario para tratarlo en alguna próxima.
Pero quizás lo que me desagrada realmente de esta especialidad son los matrimonios que se producen entre los periodistas y las marcas. Es triste pero cierto. Para los periodistas esto no es ningún tabú de hecho quienes se sienten identificados tal vez se sientan un poco avergonzados de la situación. Que importa quien lea, el asunto es que se sepa...para los periodistas intento que hagan una reflexión sobre este asunto.
Somos periodistas no publicistas con el objetivo de complacer a nuestros clientes y nuestras marcas. No debemos aceptar obsequios de cualquier tipo porque en esta cultura occidental capitalista un poco egoísta, pocas son las personas que entregan algo sin recibir a cambio una respuesta positiva (en este caso se manifiesta con una publicación). Entonces si usted, periodista, recibe un "regalito" no crea que es desinteresado, sino que es un pedido tácito de querer recibir algo de vuelta.
No creo que las marcas dejen de enviar estos "regalitos" eso sería una utopía...pero sí creo que los periodistas deberían identificar cuando estas situaciones se les presentan. ¿cómo actuar? creo que la ética de cada periodista es la que decidirá...la ética..otro tema muuy largo para abordarlo en esta entrada, pero necesario para tratarlo en alguna próxima.
La extensión, el espacio limitados y temas relacionados
Este blog evidencia mi serio problema de síntesis. Si existiese una palabra para verborrea escrita, ese sería mi padecimiento. Tiendo a escribir sin parar, sin fijarme cuál fue la última palabra que tipié o escribí a mano. Al final de cada texto lo leo, a veces demasiadas veces, pero al momento de hacerlo solo me dejo llevar. Sé que los textos largos muchas veces pueden aburrir o al menos eso es lo que la sociedad ha querido que pensemos cada día más. Supuestamente con la modernidad y ahora posmodernidad todas las maneras que tenemos para consumir contenidos y generarlos, las palabras pasan a segundo plano para algunos. Para mí jamás, creo que no hay mejor producto que un libro, mejor ejercicio que la lectura. En fin, de nuevo estoy divagando. Lo que quería con esta entrada era disculparme por colgar contenidos tan extensos y no poder resumir más lo que quiero decir. No sé si deba disculparme porque no obligo a nadie a leerlo pero de todas formas sí quisiera gozar de esa cualidad en la que pueda decir lo que quiero de una manera más sintetizada. Creo que esos límites de espacio y extensión los dejo para las formalidades de los medios a las que me he enfrentado varias veces. Nada más que decir de eso, por ahora.
jueves, 8 de abril de 2010
No puedo abandonarlo
¿Será que me equivoqué de carrera? Más de una vez me han formulado esa pregunta ¿Por qué escogiste el periodismo? Y mi respuesta siempre es la misma. Antes de decidirme por este oficio pensé que estudie lo que estudie en la universidad tenía que ser algo mediante lo cual pueda ayudar a las demás personas. Pensé en leyes porque vi que era una manera de defender a los otros, de luchar contra las injusticias. Pero cuando el periodismo apareció entre mis alternativas, lo elegí. Lo elegí sin conocerlo tanto pero me enamoré de él. No sé exactamente cómo pasó pero estoy segura que el momento en que me di cuenta que estaba haciendo lo que me gustaba fue cuando pude salir a las calles y comencé a conversar con las demás personas. Algo que podría haber hecho mucho tiempo antes y me hizo cuestionarme porqué no lo hacía. En fin, ese es otro drama. Mi primera experiencia fue en un diario y a pesar de que no cubría el día a día, mis temas tenían que salir cada dos o tres días dependiendo del grado de dificultad de la investigación o el acceso a las fuentes. Me encanta saber que mediante lo que escribía podía ayudar a los demás. Tal vez esa frase que acabo de decir la repito hasta el cansancio pero no me importa porque es lo que me mantiene viva y atada a este oficio que adoro. Saber que nunca me voy a cansar de esto porque siempre habrán historias que contar, hechos que denunciar, lugares que conocer y un sinnúmero de temas de los que se puede escribir pero claro siempre con el objetivo de que aquel contenido genere algún tipo de reflexión o impacto en el que lo lee y en el protagonista de esa noticia. El periodismo es una herramienta que me ha ayudado a canalizar mis frustraciones como persona natural, guayaquileña, miembro de la sociedad civil que cree que en esta ciudad es muy difícil cultivar conciencias, generar cambios o influenciar a las personas (las marchas y demás manifestaciones que se dan no son protagonizadas por personas que comprenden el motivo por el que están ahí...eso me deprime).
Pero hasta ahora no he mencionado los sacrificios más grandes del oficio, a diferencia de otros trabajos o carreras, el periodismo jamás te abandona (o la verdad no sé si soy yo quien no lo abandono a él) la cuestión es que salgo de la oficina o estoy en cualquier lugar donde no debería de trabajar pero lo hago. Inconscientemente registro imágenes, situaciones o cualquier aspecto que creo que es digno de guardar en mi memoria porque sería motivo para escribir algo y difundirlo... Estoy divagando mucho, es porque de nuevo, como otras entradas, he tenido que escribirla en partes. Esto, porque siempre tengo el tiempo interrumpido. Sé que esto va a cambiar pronto, tendré más momentos para escribir estos textos informales (diría yo personales) que no hacen la de noticias de diarios propiamente dichos pero sí son mis producciones y los quiero compartir. Nada más por hoy. Solo periodismo como estilo de vida no como carrera o como trabajo sino como todo, presente siempre en mis días.
Pero hasta ahora no he mencionado los sacrificios más grandes del oficio, a diferencia de otros trabajos o carreras, el periodismo jamás te abandona (o la verdad no sé si soy yo quien no lo abandono a él) la cuestión es que salgo de la oficina o estoy en cualquier lugar donde no debería de trabajar pero lo hago. Inconscientemente registro imágenes, situaciones o cualquier aspecto que creo que es digno de guardar en mi memoria porque sería motivo para escribir algo y difundirlo... Estoy divagando mucho, es porque de nuevo, como otras entradas, he tenido que escribirla en partes. Esto, porque siempre tengo el tiempo interrumpido. Sé que esto va a cambiar pronto, tendré más momentos para escribir estos textos informales (diría yo personales) que no hacen la de noticias de diarios propiamente dichos pero sí son mis producciones y los quiero compartir. Nada más por hoy. Solo periodismo como estilo de vida no como carrera o como trabajo sino como todo, presente siempre en mis días.
La publicidad y otros obstáculos
Ojo que mi ánimo no es ofender a ningún publicista o profesional que se especialice en algún ámbito comunicacional que no sea el periodismo. Solo quiero exponer mi opinión frente a la amenaza que se ha vuelto este fenómeno para una profesión como la mía. Recuerdo la primera vez que recibí la noticia, fue como un balde de agua fría. "Los medios son también un negocio, una empresa que necesita vender". Talvez siempre lo supe pero quería fingir no saberlo. El problema radica en que si los medios son una empresa y lo más importante es vender entonces qué papel juega la información ahí...dónde queda? Al comienzo no entendía, me costaba aceptarlo y empecé a buscar posibles soluciones al tema (soluciones utópicas por supuesto) pero lo primero que quería era saber a quién realmente le interesa consumir medios por su contenido no por su decoración (publicidad). Son demasiados dilemas los que saltan en mi cabeza, ideas sueltas y quizás confusas que tal vez no llegue a concretar en este espacio. El asunto es simple. Cuando la publicidad y las ventas importan más que el contenido editorial de algún medio quiere decir que el texto (en el caso de medios impresos) tiene menos espacio porque el aviso debe entrar en el espacio contratado porque esa página tiene que venderse porque la empresa tiene que hacer plata porque tiene que pagar a los empleados...y los "porques" son interminables. Los vínculos entre la publicidad y periodismo son nefastos. Quisiera que exista un medio que se pueda financiar solo con sus ventas. Sé que es utópico, idealista como quieran llamarlo pero es lo que todo periodista creo que quisiera. Para poder escribir de lo que quiera, de la extensión que desee sin restricción alguna. Recordemos que las publicidades de determinadas marcas de alguna u otra forma mantienen tratos con las empresas (las editoriales también) entonces si yo, como periodista, quiero publicar una noticia sobre algún acto corrupto de algún funcionario equis que está vinculado a una empresa que es cliente del medio porque pauta millones de dólares al año, no lo puedo hacer. ¿Dónde está la libertad ahí? La publicidad restringe mucho al periodismo, más de lo que se imaginan. Más de una vez me he peleado por espacio porque se rigen por la publicidad más que por el contenido de la nota o el reportaje. Es frustrante. Ideas sueltas pero todas relacionadas con el periodismo como mercancía. No recuerdo la frase exacta pero sé que fue Ryszard Kapuściński quien hizo énfasis en este tema en el problema que había entre las empresas y que los medios lo sean...que así la noticia era una mercancía como un bien más como un zapato o un teléfono. Lo que se olvidan es que la noticia tiene una repercusión social enorme y puede ayudar de mil y un maneras a los demás...ojalá que esta amnesia no aumente y la información y el periodismo no se pierda en las manos de los hombres de negocios.
El sufrimiento de otros
Hace poco me disponía a escribir un tema sobre el sistema de salud pública en Guayaquil, para eso debía recorrer la mayor cantidad de hospitales en los pocos días que me quedaban para cobertura. Alcancé a visitar cuatro en dos días. La idea era que durante estos recorridos yo pueda encontrar historias sobre personas que habían tenido cualquier tipo de problemas en la atención de su salud; desde demoras en la atención hasta falta de medicamentos. Es que hace más de un año que este gobierno promulgó el acceso a la salud gratuita, proceso que supone ser progresivo pero el inmediatismo que caracteriza a los ecuatorianos parece dificultar este proceso.
Me encontraba recorriendo uno de estos hospitales que generalmente su acceso es un poco restringido; no sé de qué manera me "infiltré" y pude caminar libremente sin tener al guardia o a la relacionista pública del centro médico siguiendo mis pasos. Mientras recorría una de los pasillos vi a una pareja de jóvenes que esperaban en una banca, entonces me acerqué. Siempre cuando comienzo el "acercamiento" con la fuente, este depende de mil y un factores, en estos casos el proceso es mucho más delicado porque en un hospital y en este caso de niños no hay historias felices precisamente. En fin, los abordé con la pregunta que había repetido más de diez veces ese día: ¿Cómo así están aquí? ¿Qué están esperando? (por supuesto que la formulación de la pregunta no la recuerdo exactamente y procuré tener tino, no solo porque esa es la única forma de que la persona se "abra" contigo sino porque más que nada siempre respeto la privacidad de las personas aunque parezca osado mi comentario como periodista quien "vive" de preguntarle a los demás). La mujer tenía lágrimas en sus ojos y cuando me percaté de eso ya era demasiado tarde, ya había hablado. El hombre me miró y me dijo "estamos aquí desde hace un rato". Pero no decía nada más, entonces me equivoqué (de nuevo) en repreguntar. Y él respondió que estaban esperando a su hijo; correción el cuerpo de su hijo. Mi organismo se descompuso al oir esa respuesta y no encontré mejor cosa que dar mi pésame. Ella no es que lloraba desconsoladamente pero su rostro emanaba una tristeza impresionanete. Yo tenía un nudo en la garganta. El padre empezó a explicar: nació en noviembre (era marzo) pero con una deformación entonces ha vivido sus días dentro de este hospital. Y agregó: "la mamá es quien ha estado durmiendo aquí todos los días durante los cuatro meses". La forma de hablar de él y la situación en general(una pareja joven de clase socioeconómica baja con un niño que nació con muchos problemas)me dio la impresión que ellos estaban separados o no estuvieron jamás "unidos", solo que él en ese momento se encontraba consolándola a ella. Talvez el momento más desgarrador fue cuando él mencionó que había mandado a comprar el ataúd; yo pensé en el tamaño de esa casa y no podía contener el llanto. No quise interrumpir más pero no me pude ir sin darles mi consejo desde mi punto de vista de ver la muerte y de ver la vida en general. Les dije que ese niño había nacido para darles una lección a ellos para enseñarles algún aspecto de esta vida y que debían estar tranquilos porque él estaba bien y mejor que se haya ido a que sufra acá en el mundo. Terminé mi intervención y me quité mi collar bendecido que era de una deidad budista que se llama Tara Blanca no quise explicarles los pormenores de lo que significaba, solo resumí que tenía muchas bendiciones y que le iba a otorgar la calma que ella necesitaba. Me levanté del banco y continué mi camino, sentí una pena terrible y el recorrido que tuve en el transcurso del día solo agudizó ese sentimiento. No hay duda que el sufrimiento ajeno es un sentimiento tan consumidor y deprimente....De todas formas creo que es necesario enfrentarnos a esas situaciones, a una sala de hospital donde cada padre acompaña a su hijo en esos difíciles momentos. En un corredor del mismo hospital pude ver cómo una madre de la Sierra (lo sé por su vestimenta) se quedaba dormida en el hombro de su hijo de no más de 10 años. Junto a ellos un niño de tres con suero en su mano y mirada triste. Más allá otro chico en silla de ruedas con la pierna enyesada y también con suero...y así cada escena era más desgarradora que la otra. Todos fuera de una sala esperando algún tipo de examen. Cuando pregunté a un par de madres cuánto tiempo llevaban esperando no me sorprendió la respuesta...entre cuatro y seis horas. Con razón los rostros tanto de los niños como mamás lucían de esa manera. Creo que he interrumpido la redacción de esta entrada muchas veces por eso le perdí el hilo o el sentimiento con el que lo inicié. La verdad no sé si en este momento me sienta lo suficientemente fuerte como para recordar esos momentos en los que la compasión es el único antídoto que me permite solidarizarme con los demás sin involucrarme tanto y me permite de alguna u otra manera, "hacer algo".
Me encontraba recorriendo uno de estos hospitales que generalmente su acceso es un poco restringido; no sé de qué manera me "infiltré" y pude caminar libremente sin tener al guardia o a la relacionista pública del centro médico siguiendo mis pasos. Mientras recorría una de los pasillos vi a una pareja de jóvenes que esperaban en una banca, entonces me acerqué. Siempre cuando comienzo el "acercamiento" con la fuente, este depende de mil y un factores, en estos casos el proceso es mucho más delicado porque en un hospital y en este caso de niños no hay historias felices precisamente. En fin, los abordé con la pregunta que había repetido más de diez veces ese día: ¿Cómo así están aquí? ¿Qué están esperando? (por supuesto que la formulación de la pregunta no la recuerdo exactamente y procuré tener tino, no solo porque esa es la única forma de que la persona se "abra" contigo sino porque más que nada siempre respeto la privacidad de las personas aunque parezca osado mi comentario como periodista quien "vive" de preguntarle a los demás). La mujer tenía lágrimas en sus ojos y cuando me percaté de eso ya era demasiado tarde, ya había hablado. El hombre me miró y me dijo "estamos aquí desde hace un rato". Pero no decía nada más, entonces me equivoqué (de nuevo) en repreguntar. Y él respondió que estaban esperando a su hijo; correción el cuerpo de su hijo. Mi organismo se descompuso al oir esa respuesta y no encontré mejor cosa que dar mi pésame. Ella no es que lloraba desconsoladamente pero su rostro emanaba una tristeza impresionanete. Yo tenía un nudo en la garganta. El padre empezó a explicar: nació en noviembre (era marzo) pero con una deformación entonces ha vivido sus días dentro de este hospital. Y agregó: "la mamá es quien ha estado durmiendo aquí todos los días durante los cuatro meses". La forma de hablar de él y la situación en general(una pareja joven de clase socioeconómica baja con un niño que nació con muchos problemas)me dio la impresión que ellos estaban separados o no estuvieron jamás "unidos", solo que él en ese momento se encontraba consolándola a ella. Talvez el momento más desgarrador fue cuando él mencionó que había mandado a comprar el ataúd; yo pensé en el tamaño de esa casa y no podía contener el llanto. No quise interrumpir más pero no me pude ir sin darles mi consejo desde mi punto de vista de ver la muerte y de ver la vida en general. Les dije que ese niño había nacido para darles una lección a ellos para enseñarles algún aspecto de esta vida y que debían estar tranquilos porque él estaba bien y mejor que se haya ido a que sufra acá en el mundo. Terminé mi intervención y me quité mi collar bendecido que era de una deidad budista que se llama Tara Blanca no quise explicarles los pormenores de lo que significaba, solo resumí que tenía muchas bendiciones y que le iba a otorgar la calma que ella necesitaba. Me levanté del banco y continué mi camino, sentí una pena terrible y el recorrido que tuve en el transcurso del día solo agudizó ese sentimiento. No hay duda que el sufrimiento ajeno es un sentimiento tan consumidor y deprimente....De todas formas creo que es necesario enfrentarnos a esas situaciones, a una sala de hospital donde cada padre acompaña a su hijo en esos difíciles momentos. En un corredor del mismo hospital pude ver cómo una madre de la Sierra (lo sé por su vestimenta) se quedaba dormida en el hombro de su hijo de no más de 10 años. Junto a ellos un niño de tres con suero en su mano y mirada triste. Más allá otro chico en silla de ruedas con la pierna enyesada y también con suero...y así cada escena era más desgarradora que la otra. Todos fuera de una sala esperando algún tipo de examen. Cuando pregunté a un par de madres cuánto tiempo llevaban esperando no me sorprendió la respuesta...entre cuatro y seis horas. Con razón los rostros tanto de los niños como mamás lucían de esa manera. Creo que he interrumpido la redacción de esta entrada muchas veces por eso le perdí el hilo o el sentimiento con el que lo inicié. La verdad no sé si en este momento me sienta lo suficientemente fuerte como para recordar esos momentos en los que la compasión es el único antídoto que me permite solidarizarme con los demás sin involucrarme tanto y me permite de alguna u otra manera, "hacer algo".
miércoles, 7 de abril de 2010
¿Hasta qué punto ser educado?
En mi corta carrera de periodista más de una vez me he topado con situaciones en las que la fuente me invita "algo" como gesto de agradecimiento de haberla entrevistado. En este momento no recuerdo cada una de estas invitaciones pero quiero resaltar una. Fui a Chongón con un grupo de comuneros que denunciaban irregularidades en el proyecto de construcción del futuro aeropuerto. Luego de la entrevista insistieron en invitarnos a comer. Yo estaba con dos personas, un amigo que no es periodista pero también realizaba investigaciones en la zona y una pasante. Mi amigo, que era quien contactó a las personas, aceptó el almuerzo entonces tuvimos que ir. ¡Hasta Zapotal! Fueron como veinte minutos solo de ida, pero eso fue un alivio, un día diferente que se sale de la rutina y me recuerda que una de las cosas por las que amo esta profesión es eso, no tener que estar atada a un escritorio. Cuando llegamos al sitio ninguna de las opciones me gustaba; realmente no recuerdo todas pero elegí -según yo- la menos peor. De tomar había un jugo oscuro que ni me atreví a preguntar el sabor pero cuando me preguntaron qué quería beber no dudé y pedí una cerveza. Sí, encima de que era invitación tuve la osadía de ser conchuda y pedir algo diferente de lo que me había ofrecido. Es que yo no podía saborear ese seco de pato tenía que pasarlo con "algo" y la cerveza fue la solución. No daré largas de la experiencia, no hay mucho que contar...las conversaciones fueron entretenidas y en el almuerzo bastante folclor y modales distintos a los míos de por medio. Tal vez suene mañosa al decir que no me gusta el seco de pato, pero ya está, no me gusta y punto. Para poder imaginarse lo que sentí, piensen en un plato que jamás han probado y tampoco les provoca probar.
Siempre he sido educada, respeto las diferencias culturales y cuando me ofrecen algo y hay un fondo sincero detrás y si me niego puede haber ofensa, acepto. Pero desde el seco de pato lo pienso dos veces, y ahora me pregunto (dependiendo de la situación) ¿hasta qué punto debo ser educada?
Siempre he sido educada, respeto las diferencias culturales y cuando me ofrecen algo y hay un fondo sincero detrás y si me niego puede haber ofensa, acepto. Pero desde el seco de pato lo pienso dos veces, y ahora me pregunto (dependiendo de la situación) ¿hasta qué punto debo ser educada?
Un golpe con la realidad
Varias veces había visitado centros para niños especiales o lugares donde viven personas con algún tipo de discapacidad, pero lo que viví en AEI (Asociación de Enfermos Incurables) es una experiencia que superó cualquier otra de esa índole. Era el 2008 y fui a este lugar porque quería escribir un tema sobre lo que sucedía en el sitio. Por fortuna mi editora me aceptó la propuesta, entonces fui. El lugar es pequeño se divide en tres sectores: un hospicio, sala de atención para ciertas enfermedades y cuarto con personas con parálisis cerebral. Voy a hablar solo de uno, del último que mencioné. En un espacio amplio estaban alrededor de 10 cunas (no recuerdo con exactitud la cifra pero más abajo pegaré el link del artículo que se publicó donde están los datos con mayor precisión) en ellas acostados niños y adolescentes con parálisis cerebral. Científicamente no recuerdo exactamente porqué se produce este problema pero sin dar muchos detalles podría describir a estos chicos si un bebé de meses de nacido esté encerrado en un cuerpo mucho más grande (creo que el mayor tenía alrededor de 20 años). Unas enfermeras los ayudan a comer, a limpiarse, a tomar agua, a todo, literalmente a todo porque ellos carecen de motricidad y creo que muchos de ellos incluso de visión. Cuando me acercaba a verlos junto con la dueña del sitio sentía un dolor tremendo en el pecho, algo totalmente indescriptible; un sabor amargo que se estancaba en mi garganta y me provocaba llorar. Primero porque creo que vivir con un estado mental así debe ser casi un infierno, a pesar de que muchos piensen que ellos no comprenden lo que sucede, yo estoy seguro que hay un entendimiento de que están vivos y quisieran salir corriendo de ese cuerpo que los aprisiona. Muy aparte de su situación física y mental está la implicación social, la que más me indignó talvez. Todos ellos viven en AEI y la fundación los ha adoptado porque de alguna u otra manera ellos han sido abandonados por sus padres. Unas historias eran más desgarradoras que las otras. Recuerdo que salí del lugar cabizbaja, demasiado meditabunda y muda. No quería hablar con nadie, llegué al diario y no quería escribir; conversé con un amigo a quién le comenté mi estado y me dijo que no lo haga que no escriba. Pero yo no podía si había sido quien propuso el tema y no podía fallar. Entonces me senté e intenté empezar el texto pero no lo logré. Por fortuna ya era fin de la jornada laboral y el tema se publicaba en dos días. Salí del trabajo y la primera persona que vi fue a mi mami. Entonces se me humedecieron los ojos y empecé a llorar, ella no entendía qué me pasaba, empezó a preguntarme de todos los temas pero jamás se imaginó que era por eso. En realidad yo tampoco entendía o entiendo hasta el día de hoy porqué eran las lágrimas. Mi hipótesis más cercana es la impotencia. Esas ganas de poder hacer algo, de querer solucionarlo pero de no poder porque una vez más no está dentro de mis manos. Lo que hice fue escribirlo a pesar del dolor que sentía. Sinceramente no sé qué otro objetivo, además de mostrar realidades, generó el hecho que haya escrito el artículo. Tal vez el propósito fue personal y no laboral. Tenía que vivir eso para entender más el sufrimiento, puede ser. Solo sé que debo ser un poco más fuerte cuando me disponga a cubrir ese tipo de situaciones, porque no puedo huir del dolor ajeno sino de alguna forma ayudar a calmarlo.
Este es el link del artículo que se publicó, para mí inolvidable:
http://www.telegrafo.com.ec/diversidad/noticia/archive/diversidad/2008/11/13/Chicos-con-par_E100_lisis-son-abandonados.aspx
Este es el link del artículo que se publicó, para mí inolvidable:
http://www.telegrafo.com.ec/diversidad/noticia/archive/diversidad/2008/11/13/Chicos-con-par_E100_lisis-son-abandonados.aspx
El centro y algunos pormenores
Creí que el blog solo me serviría para estas anécdotas periodísticas pero he resuelto que también quiero vertir aquí pensamientos e ideas que tal vez no surjan de mí por la profesión sino por las demás características que me construyen. En tal caso de lo que me provoca hablar ahora es de la riqueza del centro de la ciudad, de todas formas se relaciona con su gente, con las personas que hacen posible que yo piense de esa manera. Desde hace dos años trabajo en el centro de Guayaquil y debo confesar que me encanta esta zona de la ciudad. Cada esquina tiene "algo" que decir, cada persona cuenta con una historia que de seguro debe ser mucho más interesante que las vidas de las personas cercanas a mí. Empiezo a caminar y me topo con decenas de personas que van caminando en dirección contraria a mí, lo primero que noto es la diversidad de razas, tamaños, colores de pelo, facciones...en fin los aspectos físicos son taan diferentes los unos de los otros que realmente ese tema se vuelve entretenido e interesante para mí...a veces cuando veo a alguien pienso ¿lo habré visto alguna vez antes? y enseguida empiezo a cuestionarme qué factores son los que influyen para que yo recuerde una persona que solo he visto una vez. Es extraño, hay veces que ni siquiera necesito entablar una conversación; la mirada o algo en su aspecto o quizás algo en su vestimenta me llama tanto la atención que inmediatamente se registra en mi memoria...no sé porqué extraña razón, aún no lo descifro. Continúo mi recorrido fijandome en las caras de quienes se me cruzan y creo que puedo descifrar ciertos aspectos de su personalidad o de su vida por su mirada, su forma de caminar o simplemente deducciones (muy probable que sean erradas) mías. Generalmente estas personas no miran alfrente o si miran, no miran a los ojos a las personas que se les cruzan; al menos la mayoría. Lo he comprobado porque muchas veces hago este ejercicio para ver quién me devuelve la mirada y también a veces, cuando lo hacen, yo les regalo una sonrisa. La sonrisa dependerá del sexo de la persona, lastimosamente el centro de la ciudad es un nido de hombres que se estancaron en la era de piedra y no pueden cerrar la boca y guardarse sus comentarios sobre el aspecto de una mujer...pero ese tema lo dejaré para otra entrada. Entonces la sonrisa, cuando me la devuelven me siento bien porque de alguna manera me alegra. Pero tropiezo, y lo que me la quita es la mendicidad que también es muy común en esta zona. Personas mayores de edad, enfermas o niños...se ve de todo pero cualquiera de ellos "me toca" de alguna forma. He aprendido a no engancharme con su sufrimiento; cuando puedo darles algo que no sea dinero lo hago, como un pan o cualquier alimento que tengo a la mano. Pero sé que lastimosamente no puedo hacer nada más, que no está en mis manos que estas personas dejen de vivir en esas condiciones, me encantaría que fuera así pero no lo es. Antes estas reflexiones eran motivos de depresiones pero llegué a comprender que todo tiene su límite y no lo puedo abarcar todo. En este caso, como periodista, intento que mediante mi trabajo se visibilicen estas realidades y de alguna u otra manera repercuta en la sociedad, que la gente tome conciencia o que el funcionario actúe de alguna manera. Comencé con el centro y me salté a esto pero...ya fue. Un desahogo más.
martes, 6 de abril de 2010
Saber disimular
Una de mis primeras coberturas de 2009 fue en Manta. Viajé para realizar un tema sobre el puerto de esta ciudad que en ese entonces (se supone) que estaba siendo construido por la empresa Hutchinson pero que por un sinnúmero de razones las operaciones se detuvieron y mi "misión" como periodista fue ir a recabar las reacciones de diferentes sectores. Fijé tres entrevistas allá, una de ellas con el presidente del Colegio de Abogados de Manta. A pesar de que ya había ejercido el oficio de periodista un año entero en otro medio de comunicación, siempre existen unos nervios, a veces leves a veces intensos, de entrevistar a determinadas personas. Aunque parezca mentira, esta vez lo que me puso nerviosa fue estar en otra ciudad ajena a la mía (difícil de explicar el sentimiento). En fin, llego a la notaría número X donde se encontraba este personaje. Ingreso a su oficina 2x2 en un segundo piso y ahí se encontraba él. Un hombre de no más de 1.60m de tez morena pero no de raza negra, con la nariz gruesa, rostro sudado pero no con gotas sino brillante como un espejo; manos regordetas decoradas con un par de anillos de "oro" en cada mano. Su guayabera blanca contrastaba con su color de piel y una cadena -de "oro" también- le daba un toque bastante ¿folclórico?
Y bueno...la entrevista como tal fue productiva, es decir él se desahogó conmigo (situación muy recurrente en las fuentes que creen que los periodistas vamos a resolver TODOS sus problemas) y pude obtener datos interesantes para mi nota. Previo a la entrevista, había hablado con él vía telefónica y me había ofrecido invitarme un típico ceviche mantense, pero cuando llegué y me di cuenta que la entrevista iba a ser en su oficina (donde otros cuatro abogados también estuvieron presentes a pesar de que no había sillas suficientes contemplaban la entrevista de pie)pensé "¡bien! se olvidó de la invitación". Pero no; me equivoqué. Se acabó e insistió en llevarme a ese conocido restaurante para que pruebe "lo delicioso que son los ceviches de allá".
Fuimos. Era una cevichería, no como la Lojanita (con dudosos registros sanitarios) ni tampoco como un restaurante tipo Amazon; era término medio. Un lugar decente, de dos pisos, techado pero con ventanales que daba la impresión de estar en un lugar abierto. Subimos, él (la fuente), el fotógrafo que me acompañaba y tres abogados más que estaban durante la entrevista. Traen la carta y dudo que pedir. Amo los mariscos y realmente me vuelvo más indecisa de lo acostumbrado. Él me recomienda (casi que me obliga) a pedir le ceviche de langostinos. Veo la carta y es (fácil) el plato más caro, pero él insiste (muestra TAN típica de nuestra cultura: querer, de alguna u otra forma, mostrar cuánto tienes porque creen que eso significa cuánto vales).
Todo iba bien. Hasta ahí yo pensaba que había sido una experiencia interesante porque el señor que estaba sentado a mi izquierda -en la cabecera- era todo un personaje, que se expresaba siempre exaltado con una voz ronca.
Nos traen las colas y los ceviches. Mientras me disponía a comer mi primer bocado, él tose y "limpia" su garganta flemosa. Ese simple hecho ya había quitado mi apetito, pero no quedo ahí. Él resolvió escupir ese ¿gargajo? en el piso del restaurante!
Yo miré a los demás, esperando reacciones...pero nadie, solo yo me sentí ofendida (o no sé qué) por ese gesto. Por educación tuve que continuar con mi almuerzo. Intentaba pensar en la inmortalidad del cangrejo, en el sabor del langostino y hasta en el fuerte olor a cebolla (que generalmente odio)...todo para no pensar en la saliva que yacía en el piso junto a mí. Creo que hice un buen trabajo, nadie notó mi asco y desagrado; como periodista tal vez he desarrollado la característica de saber disimular...la seguiré cultivando.
Y bueno...la entrevista como tal fue productiva, es decir él se desahogó conmigo (situación muy recurrente en las fuentes que creen que los periodistas vamos a resolver TODOS sus problemas) y pude obtener datos interesantes para mi nota. Previo a la entrevista, había hablado con él vía telefónica y me había ofrecido invitarme un típico ceviche mantense, pero cuando llegué y me di cuenta que la entrevista iba a ser en su oficina (donde otros cuatro abogados también estuvieron presentes a pesar de que no había sillas suficientes contemplaban la entrevista de pie)pensé "¡bien! se olvidó de la invitación". Pero no; me equivoqué. Se acabó e insistió en llevarme a ese conocido restaurante para que pruebe "lo delicioso que son los ceviches de allá".
Fuimos. Era una cevichería, no como la Lojanita (con dudosos registros sanitarios) ni tampoco como un restaurante tipo Amazon; era término medio. Un lugar decente, de dos pisos, techado pero con ventanales que daba la impresión de estar en un lugar abierto. Subimos, él (la fuente), el fotógrafo que me acompañaba y tres abogados más que estaban durante la entrevista. Traen la carta y dudo que pedir. Amo los mariscos y realmente me vuelvo más indecisa de lo acostumbrado. Él me recomienda (casi que me obliga) a pedir le ceviche de langostinos. Veo la carta y es (fácil) el plato más caro, pero él insiste (muestra TAN típica de nuestra cultura: querer, de alguna u otra forma, mostrar cuánto tienes porque creen que eso significa cuánto vales).
Todo iba bien. Hasta ahí yo pensaba que había sido una experiencia interesante porque el señor que estaba sentado a mi izquierda -en la cabecera- era todo un personaje, que se expresaba siempre exaltado con una voz ronca.
Nos traen las colas y los ceviches. Mientras me disponía a comer mi primer bocado, él tose y "limpia" su garganta flemosa. Ese simple hecho ya había quitado mi apetito, pero no quedo ahí. Él resolvió escupir ese ¿gargajo? en el piso del restaurante!
Yo miré a los demás, esperando reacciones...pero nadie, solo yo me sentí ofendida (o no sé qué) por ese gesto. Por educación tuve que continuar con mi almuerzo. Intentaba pensar en la inmortalidad del cangrejo, en el sabor del langostino y hasta en el fuerte olor a cebolla (que generalmente odio)...todo para no pensar en la saliva que yacía en el piso junto a mí. Creo que hice un buen trabajo, nadie notó mi asco y desagrado; como periodista tal vez he desarrollado la característica de saber disimular...la seguiré cultivando.
Ya era hora
No sé si sea mucho o poco pero llevo más de dos años ejerciendo la carrera que elegí, que más que una carrera me gusta definirla como un oficio: el periodismo. Escribí en la descripción de este blog (que por cierto tristemente permite solo colocar 500 caracteres) que quería que este se convierta en mi espacio del otro periodismo, del que no se publica por diversas razones que van desde la línea editorial de un medio hasta los intereses económicos de este. Es que pensándolo más a fondo, muchas veces me cuestiono a quién más le interesan los temas que a mí sí, talvez soy un poco egoísta queriendo escribir solo de lo que me gusta...pero la verdad quisiera encontrar a más personas que lo hagan. En fin, aquí quiero empezar a documentar mis experiencias como periodista, aquellas anécdotas que jamás se publican porque son datos que siempre se quedan fuera, que no son publicables porque a nadie le interesa saber cuáles son los pormenores del oficio. Talvez a mí me interesa porque los vivo y me parece que son emocionantes, graciosos, arriesgados, predecibles....en fin hay un sinnúmero de maneras cómo puedo describir a mis coberturas pero intentaré mostrarlas en este medio para que se convierta como en una bitácora periodística, para no olvidarme de lo que he vivido en estos escasos dos años. Sé que estoy tarde pero también sé que mejor ahora que nunca.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)