Termino de escribir mi texto. El editor lo revisa. Me lo entrega, "tiene pocos cambios". Pocos, muchos, qué importa la cantidad, para mí es el tipo de cambios que tiene. Una simple palabra puede cambiar el sentido de todo, inducir cosas, ocultar otras. Realmente practico la paciencia cuando me enfrento a esta situación. Sé que el editor sabe que me cuesta, al igual que todos, me pregunta si me parece bien. Respondo que no y le explico los cambios que deseo hacer sobre sus cambios, accede...en la mayoría, en otros me insiste que "es mejor así". No accedo, no pierdo la paciencia, y defiendo mi punto de vista.
No siempre se publica tal cual lo escribí. Tal cual quisiera. No siempre. Y debo confesar que me siento manoseada. Algunas veces he quitado mi crédito, otras lo he quitado; no es berrinche, es simplemente una suerte de responsabilidad asumida de que lo que está escrito te corresponde. Lo que él escribe sobre mi texto, no me corresponde. Una palabra cambia el sentido de todo, dos, tres, seis palabras...peor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario