lunes, 6 de diciembre de 2010

Periodismo gonzo

La tendencia ha regresado: el periodista es el protagonista o parte primordial de su propia historia. Debo confesar que me encantan las crónicas de ciertas revistas latinoamericanas donde la escritora narra su experiencia y así va explicando el tema pero creo que también hay un límite.

¿Tengo que convertirme en bailarina de burdel para contar la historia de las bailarinas en un burdel? No. ¿Tengo que cruzar la frontera entre México y Estados Unidos para vivir como sienten los migrantes? Tal vez.

Obviamente las situaciones varían, por eso mis respuestas también. Lo que quiero dejar en claro es que creo que si la historia se puede realizar sin que la periodista sea parte de la historia, debe hacerse. La peridodista es el medio entre la historia y los lectores, no es la protagonista. Creo que la pregunta clave es: ¿la periodista quiere ser la protagonista, quiere lucirse más que la propia historia? Creo que la forma de descubrirlo es pidiéndole a ella que realice su reportería siendo parte de la historia, viviendo cada experiencia que ella decida, pero que al momento de escribir, lo haga en tercera persona para que este personaje, que solo ella sabe que es ella misma, cuente la experiencia.

El lector no tiene que saberlo, la historia queda igual de buena con todos los detalles, la diferencia es que el ego de la periodista no se engrandece y el protagonismo recae en la historia no en quien la escribe. Así debería de ser, creo yo.

1 comentario:

Arturo Cervantes dijo...

Sucede que, con esas crónicas que se las ve a la distancia, el lector, creo yo, percibe el resfrío del cronista: con el pretexto de no involucrarse en la historia, de narrarla en 3ra persona, "como Dios manda", se aisla, y el texto se vuelve más frío que el iceberg frío del frío Titanic.
El ego es algo manejable. Un texto lejano, frío, aburrido, como de diario ecuatoriano, no.